viernes, 27 de enero de 2017

Algo se quema

¡Algo se quema!, había dicho mi mama mientras corria a la cocina asustada por el intenso olor del souffle que se cocinaba en el horno.

Si bien no habia sido más que una falsa alarma, aquel grito sirvió para darle título de estreno a la entrada del aquel nuevo blog.

Los comienzos de año siempre traen de la mano ganas renovadas, pero ese 2017 habia venido acompañado de manera fuerte por otras nuevas sensaciones y proyectos.

Algunas ganas llegaron en forma de revelación. En forma de impulso. En forma de necesidad.

Una de esas llamadas se había mostrado con la idea de volver a escribir un blog.
Algo se quemaba, y esa vez era la necesidad de responder a ese llamado. De materializarlo.
Esa idea quemaba mi piel y habia que controlar el fuego sin apagarlo.

Así que ahí estaba yo, escribiendo nuevamente después de tantos años. Aunque esta vez más conocedora, más segura, no tan atropellada, con más ganas de amar y con los miedos de siempre, pero esta vez dispuesta a enfrentarlos.
Había que buscar caminos distintos para gobernar aquellos miedos.
Esa había sido otra de las revelaciónes. Tal vez la que primera en llegar, ya que a raíz de eso se me había ocurrido volver a escribir y acomodar mis ideas. Nunca fui memoriosa y temía olvidarme de esos días en los que la felicidad era tan grande y sabia, que todo parecía simple.

Entonces por eso había decidido abrir el blog, para registrar las fórmulas de mi felicidad y de como enfrentar esos miedos que a veces me angustiaban tanto.


(Vestido de feria, zapatos Face Nova, esmalte Sally Hansen)